El 3 de enero celebramos la fiesta del Dulce Nombre de Jesús. En ella, Jesús se ofrece como única propuesta que da sentido a la vida y que libera: “Le pondrás el nombre de Jesús, porque Él va a salvar a su pueblo”. El gran problema para captar esa oferta liberadora del Viernes Santo no es la increencia, ni el relativismo, ni el ambiente,... ; sino el hecho de que la sociedad opulenta no necesita liberación, si nos sentimos seguros ¿para qué hace falta un salvador?.
Que esta conmemoración del Nombre de Jesús nos cree conciencia de vulnerabilidad; en una sociedad frenética, donde ni estamos quietos, ni atentos, que sepamos pararnos ante la belleza; que nos sintamos llamados a una esperanza renovada que dé sentido a la vida.
Os dejo un bonito soneto de Lope de Vega y una oración final por si alguno quiere hacerla:
Si cada vez que el hombre murmurase
del amigo, del prójimo y ausente,
“Jesús” dijese, es nombre suficiente
a que la voz y el ánimo templase.
Si cada vez que del honor tratase
del que infama y corrige vanamente,
“Jesús” dijese, y con humilde frente
a las divinas letras se humillase,
es imposible que el furor más ciego
y la venganza más soberbia y loca,
con tal rocío no templase el fuego.
Que el nombre de Jesús tanto provoca
amar a Dios y al prójimo, que luego
penetra el corazón desde la boca.
Lope de Vega
ORACIÓN
Señor nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas el fuego de tu amor divino, para que te amemos de palabra, de obra y de corazón y nunca cesemos de bendecir tu santo nombre
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